–Este Rafa sabe de todo –le gustaba decir a Guille, aunque eran cosas bien simples las que les explicaba.

Fue un día que estaba con ellos viendo en un local del extremo del zoco nuevo chilabas y turbantes árabes que querían comprar para enviar de regalo a sus familias cuando vi por primera vez esos dos enormes ojos negros de Aziza brillando como ascuas en la puerta que daba acceso a la trastienda. Se cruzaron nuestras miradas un par de veces seguidas y los dos quedamos turbados. Ella no se tapaba la cara, el pañuelo solo le cubría la cabeza. Se metió enseguida dentro de la tienda, tenía miedo a que la hubieran visto mirarme. No creo que se diesen cuenta los dos hombres árabes que estaban en la tienda, pero no se le pasó por alto a Guille, que me dijo:

–Le has gustado a esa morita de ojos grandes.

Ya en el exterior me preguntó:

–¿Y es verdad eso que dicen que si te tiras a una mora se coloca una cuchilla en el coño para partirte en dos la polla?

–Vaya tontería. Lo deben decir los militares para que no intentemos ligar con ninguna. Porque quien sí te puede rebanar el pescuezo si lo intentas son el padre o los hermanos.

–¿Y sabes si aquí hay alguna casa de putas?

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